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Milagro XI - El labrador avaro


Aclaración previa: ésta es una versión al castellano moderno casi de urgencia para que mis alumnos puedan entender el contenido de la obra. Por lo tanto, aunque intento respetar la rima, ni de lejos me preocupo por el cómputo silábico. Si ves algo que rectificar o quieres hacerme alguna sugerencia, por favor escríbeme.

Érase una vez un labrador,
que usaba la reja más que otra labor:
más amaba la tierra que al Creador.
Era de muchas maneras hombre revolvedor (1).

Si hacía una maldad, hacíala de verdad:
cambiaba los mojones por ganar heredad,
cometía todo tipo de daño y falsedad,
hablaban mal de él los de su vecindad.

Aunque malo, mucho quería a Santa María,
oía sus milagros, dábales acogida:
saludábala siempre. Decíale cada día:
«Salve, llena de gracia que pariste al Mesías.»

Murió el destripaterrones de tierra bien cargado.
En soga de diablos fue luego cautivado,
lo arrastraban por los cabellos, de coces bien sobado,
le pagan al doble el pan que había trampeado.

Se dolían los ángeles de este alma mezquina,
porque la llevaban diablos como en rapiña (2);
quisieron socorrerla, ganarla por vecina,
mas para hacer tal masa les faltaba harina.

Si los ángeles daban una buena razón,
cien decían los otros (todas malas; buenas no).
Los malvados a los buenos tenían en el rincón.
El alma, por sus pecados, no salía de prisión.

Se levantó un ángel. Dijo: «Soy testigo
(verdad es; no mentira) de lo que digo:
El cuerpo que esta alma tuvo consigo,
fue de Santa María vasallo y amigo.

Siempre la mentaba al comienzo del almuerzo y de la cena.
Le decía tres palabras: «Salve de gracia llena».
La boca por la que salía esa cantilena,
no merece yacer en tan mala cadena.»

Cuando el nombre de la Santa Reina
oyeron los diablos, corrieron con prisa,
dispersáronse todos como una neblina,
todos abandonaron el alma mezquina.

La vieron los ángeles desamparada,
con los pies y las manos con sogas bien atadas.
Parecía una oveja enzarzada.
Fueron y la tomaron para su majada.

Nombre tan adornado y de virtud tanta,
que a los enemigos persigue y espanta,
no nos debe doler ni lengua ni garganta,
que no digamos todos: «Salve Reina Santa»


Notas:

1 Juega con la polisemia del verbo revolver.
2 Es decir, arrebatada. (Juan Manuel Cacho Blecua. Milagros. Austral)


Licencia: tanto el texto en castellano medieval como esta versión al castellano moderno -realizada por José Luis Gamboa- están bajo una licencia Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported.
Fuente: Milagro IX - El clérigo ignorante Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=8871
Contribuyente: LadyInGrey

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