Aclaración previa: ésta es una versión al castellano moderno casi de urgencia para que mis alumnos puedan entender el contenido de la obra. Por lo tanto, aunque intento respetar la rima, ni de lejos me preocupo por el cómputo silábico. Si ves algo que rectificar o quieres hacerme alguna sugerencia, por favor escríbeme.
En una villa buena que llaman Pavía,
Ciudad muy rica de la Lombardía,
Había en ella una rica monjía
(1)De muy buenos hombres, de muy santa compañía.
Era el monasterio alzado en honor
Del que salvó el mundo: el señor San Salvador.
Tenía por ventura un prior
Que sólo quería vivir a su
sabor.
Era hombre de lengua equivocada:
Decía muchos horrores sobre la regla vedada,
Llevaba una vida poco ordenada;
Pero decía las horas de la Virgen de forma moderada.
Era una costumbre que le dio provecho,
pues decía todas las horas como monje derecho,
Y en las de la Gloriosa siempre estaba atento,
Tenía el diablo por ello gran despecho.
Aunque para algunas cosas era boto (2), En amar a la Gloriosa era muy devoto,
Decía su oficio con su corazón todo.
Cuando Dios quiso, el prior hubo de finar,
Fue llevado a un áspero lugar.
Ningún hombre las penas os podría contar
Que el prior sufría, ni os las podréis imaginar.
Había un sacristán en esa abadía
Que guardaba las cosas de la sacristanía:
Uberto era su nombre, cuerdo y sin folía
(3):
Valía más, que no menos, por él la monjía
(1).
Antes de los maitines, muy de madrugada,
Se levantó este monje para preparar la matinada,
Tañer a matines, despertar a la
mesnada,
Enderezar las lámparas, iluminar la
posada.
El prior antes mencionado
Un año había cumplido desde que hubiera finado;
Pero su pleito seguía tan recentado
(4)Como el día en que fuera enterrado.
El monje de la casa que sacristán era
Antes de tañer la monedera
(5),
Limpiaba las lámparas para que la iluminación mejor fuera.
Fue preso de un gran espanto de extraña manera.
Oyó una voz: de hombre, flaquilla y cansada,
Dijo: hermano Uberto, ni una sola vegada
(6);
Reconoció Uberto, sin dudar nada,
Que la del prior era; hizo una gran
espantada.
Salió de la iglesia, fue a la enfermería,
No llevaba de miedo la voluntad vacía,
No iría tan deprisa yendo en romería:
Don Miedo lo llevaba, por la cabeza mía.
Estando así tan fuera de sus virtudes,
Oyó: Uberto, Uberto, por qué me non recudes
(7)?
No tengas miedo, por nada no te
demudes.
Piensa cómo me hablas y cómo me pescudes
(8).
Entonces dijo Uberto: prior, sé que debéis.
Cómo estáis, vos me lo contaréis,
Para que sepa el cabildo cómo os encontráis,
En qué estado estáis, o cuál esperáis.
Le dijo el prior: Uberto, mi criado,
Sabrás hasta ahora lo mal de mi estado:
Caí en un lugar crudo y desolado:
El príncipe de esta tierra, Smerna era llamado.
Sufrí muchas penas, pasé muy mal día,
Los males que he pasado contar no los podría,
Pero pasó por allí Santa María,
Tuvo pesar y duelo del mal que yo sufría.
Me tomó de la mano y me llevó consigo,
Me llevó a un lugar templado y con
abrigo,
Me apartó del mortal enemigo,
Me puso en un lugar donde viviré sin peligro.
Alabada sea la Gloriosa que es de gracia plena,
Fuera estoy del lacerío, he abandonado la pena,
Caí en un dulce
vergel, cerca de dulce colmena,
Donde nunca tendré falta de comida ni de cena.
Calló la voz. Cuando despertó el convento,
Todos de buena gana a la iglesia fueron.
Dijeron los maitines, lo hicieron con cumplimiento,
De manera que Dios pudiera tener pagamiento.
Cantados los maitines, esclareció el día,
Dijeron luego prima y finalmente la
letanía.
Fue a su capítulo la santa compañía,
Pues esto es derecho, costumbre de monjía
(1).
Estando en capítulo, leída la lección, Contó al convento toda la visión,
Llorando con muy gran emisión
(9).
Dieron todos gracias a la Madre gloriosa,
Que con sus vasallos es siempre piadosa.
Fueron a la iglesia cantando rica
prosa,
Hicieron poner por escrito toda la cosa.
Poco tiempo después murió el sacristano,
Murió del fin que da Dios a todo cristiano.
Salió de mal invierno, entró en buen verano,
Fue al paraíso donde será siempre sano.
Este es el sumo bien: servir a tal señora,
Que sabe a sus siervos socorrer en tal hora:
Ella es buena tienda, ella es buena pastora,
Que ayuda al hombre que de buen corazón le ora.
Cuantos oyeron esta visión
Tuvieron en sus almas mayor devoción:
Amaron a la Gloriosa con más corazón,
Se acogieron a ella en la tribulación.
Notas
1 Monasterio.
2 Rudo, torpe (Juan Manuel Cacho Blecua. Milagros. Austral)
3 Locura.
4 Actual.
5 Campana de aviso (Juan Manuel Cacho Blecua. Milagros. Austral)
6 Vez.
7 Contestas (Juan Manuel Cacho Blecua. Milagros. Austral)
8 Preguntas (Juan Manuel Cacho Blecua. Milagros. Austral)
9 Abundamente (Juan Manuel Cacho Blecua. Milagros. Austral)